Esta palabra japonesa que significa por una parte “kai” (cambio) y “zen (mejora)”, se podría interpretar como “la búsqueda de las personas por buscar ser mejores”, igualmente aplicable a las empresas.
Nace en Japón con la necesidad de reconstruir un país que quedó muy debilitado luego de perder la segunda guerra mundial. Este programa logro levantar un país donde había escases de alimentos, y desde entonces ha sido la principal estrategia de mercadeo usada por algunas de las más grandes empresas japonesas.
Este método es una forma de vida en la que nunca se está satisfecho de los resultados y siempre se busca mejorar. En los negocios, lo que se busca mejorar es el rendimiento y las capacidades operativas. Con la ayuda de los trabajadores, se identifican problemas para luego implementar soluciones.
Aplicar el Kaizen no necesariamente depende de contar con un amplio presupuesto, ya que el programa se enfoca en la participación de sus trabajadores, en estar atentos ante cualquier problema o error e inmediatamente encontrar la mejor solución, de esta forma, en el futuro nos ahorraremos disgutos, tiempo, y dinero.
Si bien es cierto, esta técnica de mejora surge en los ámbitos industriales y empresariales, pero resulta que es muy útil al aplicarlo para la mejora personal.
¿Cómo lo aplicamos?
El método busca que nos fijemos pequeños objetivos día tras día. ¿Y por qué no grandes objetivos? Pues normalmente los grandes objetivos son a mediano o largo plazo, y muchas veces en ese camino nos desanimamos o perdemos motivación y esto nos lleva al fracaso, ello provoca a que nunca más volvamos a intentarlo.
Lo que nos dice el Kaizen, es que, es mejor llevar a cabo pequeños cambios diarios y constantes que un cambio grande. Entonces si aplicáramos esta forma de vivir en nosotros, deberiamos de dar pequeños pasos diarios que nos ayuden a llegar a esa gran meta. Estos pequeños cambios o pasos, son tan pequeños que va a ser muy difícil no las llevemos a cabo; por ejemplo si deseamos hacer ejercicios a diario, pero nos excusamos diciendo que estamos muy cansados por el trabajo o que no tenemos tiempo para ello, lo que podemos hacer es tener espacios pequeños de tiempo durante un día para hacer unas flexiones o abdominales; por ejemplo 1 minuto al llegar al trabajo, otro minuto antes del almuerzo y otro minuto al llegar a casa. ¿Quién se negaría? Es solo 1 minuto.
Esto nos ayuda a sentirnos bien, pues día a día estamos mejorando, aunque sea un mínimo, pero somos mejores que el día anterior. Y vamos acostumbrándonos a siempre ir hacia adelante y a crear un hábito en nosotros mismos, pues estos pequeños pasos no significan un gran esfuerzo pero ya nos estamos moviendo hacia el objetivo y eso es lo que importa. Cada vez más nuestros pasos serán más y más grandes.